Seguimos subiendo en direcciòn norte… rumbo a la mítica Chan Rai.
Una vez más el tren nocturno, con sus beneficios e incomodidades en la misma medida.
Seguimos subiendo en direcciòn norte… rumbo a la mítica Chan Rai.
Una vez más el tren nocturno, con sus beneficios e incomodidades en la misma medida.
Hoy hace un año, era jueves santo. Y para ese día tenía organizada la partida de mi querido vagón en Villa La Angostura. Tenía apalabrado un “carpooler”, o sea , un auto “a dedo virtual” por la web, hacia Buenos Aires, empezando a ejercer la Confianza por sobre muchas cosas, y comenzando a cumplir mi sueño de vida viajera.
Lo malo y breve, dos veces bueno! O algo así!
Ya que para llegar a Ayutthaya tuve que volver a tomar el tren, por suerte esta vez, sólo fueron dos horas de viaje.
Al llegar a la respectiva estación, el mismo acoso de taxistas y tocs tocs de siempre y la incertidumbre de hacia donde dirigirme.
Como todo lo bueno, también tiene un final, el paseo al paraíso se despidió con un amanecer dorado sobre un lago en paz, pleno del sonoro despertar de pájaros y brisas de olitas desperezándose.