Lo que sigue es una sucesiòn de àngeles y milagros.
Es el relato de mil ochocientos kilòmetros, en tres dìas, con gente maravillosa y coincidencias sobrenaturales.
Lo que sigue es una sucesiòn de àngeles y milagros.
Es el relato de mil ochocientos kilòmetros, en tres dìas, con gente maravillosa y coincidencias sobrenaturales.
A veces, pareciera que la vida es un pèndulo. Hay tiempos en los que estàs en la cresta y momentos de bajòn, para luego, en algùn momento, volver a subir…
Tras nueve meses de perpetua felicidad (descontado el mes de dolores por la caìda), la mala suerte me sorprendiò, aunque con aviso previo.
A la mañana siguiente, nueva despertada tempranera, no sea cosa de perder el barco!
A las 8.00 am. firme como un marinerito, ya estaba en el muelle dispuesta a hacer mi cheq-in y a atrapar las medialunas del prometido desayuno.
Para salir del desierto, ni intentè volver a hacerlo por tierra, mucho menos a dedo. Me subì al correspondiente avioncito y en 3 horas estaba en Cairns, en el Nordeste australiano, frente al océano Pacífico.